Mucha gente asocia la adrenalina a subirse a una montaña rusa, hacer bungee jumping (ni idea de si se escribe así) o a conducir rápido. La adrenalina es una de mis emociones favoritas, porque por un instante, aunque sea sólo por unos breves segundos, te hace sentir libre de todo.
De acuerdo, lo reconozco, me encantan las montañas rusas y la velocidad, pero y ¿qué hay de las pequeñas cosas, las que nos gusta hacer, las que nos hacen sentir plenos y felices? El ballet. Los momentos previos antes de salir al escenario, me siento excitada, emocionada, intranquila. Mis compañeras y yo parloteamos sin parar sobre cosas sin importancia (es increíble cómo me pongo a hablar cuando estoy nerviosa). Después llega el momento más importante de todos: cuando se encienden las luces, empieza nuestra pieza de música, y sé que debo salir, quiera o no.
Primero me siento asustada. Ejecuto todos los pasos que me corresponden sin mirar al público, observando el infinito. Mi corazón late más fuerte que nunca. Puedo sentir las gotas de sudor que se deslizan por mi espalda.
Aunque, seamos sinceros: ese estado sólo dura unos dos minutos. Luego me relajo y bailo con fluidez, mis pies danzan sobre las nubes, el teatro se convierte en el salón de mi casa o en el suelo de mi academia de ballet, donde practico durante horas y horas.
Eso es adrenalina, también.
Las cosas que te gustan, las que te emocionan, las que te mantienen el vela durante toda la noche. El chico que te gusta. Pensar en ti. Salir a bailar al escenario. Ser feliz. Todo eso es adrenalina. La felicidad, y ese sentimiento en sí, cada instante como si fuese el último.
Fotos: Ballet de Moscú
viernes, 30 de septiembre de 2011
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viernes, 30 de septiembre de 2011
Adrenalina
Mucha gente asocia la adrenalina a subirse a una montaña rusa, hacer bungee jumping (ni idea de si se escribe así) o a conducir rápido. La adrenalina es una de mis emociones favoritas, porque por un instante, aunque sea sólo por unos breves segundos, te hace sentir libre de todo.
De acuerdo, lo reconozco, me encantan las montañas rusas y la velocidad, pero y ¿qué hay de las pequeñas cosas, las que nos gusta hacer, las que nos hacen sentir plenos y felices? El ballet. Los momentos previos antes de salir al escenario, me siento excitada, emocionada, intranquila. Mis compañeras y yo parloteamos sin parar sobre cosas sin importancia (es increíble cómo me pongo a hablar cuando estoy nerviosa). Después llega el momento más importante de todos: cuando se encienden las luces, empieza nuestra pieza de música, y sé que debo salir, quiera o no.
Primero me siento asustada. Ejecuto todos los pasos que me corresponden sin mirar al público, observando el infinito. Mi corazón late más fuerte que nunca. Puedo sentir las gotas de sudor que se deslizan por mi espalda.
Aunque, seamos sinceros: ese estado sólo dura unos dos minutos. Luego me relajo y bailo con fluidez, mis pies danzan sobre las nubes, el teatro se convierte en el salón de mi casa o en el suelo de mi academia de ballet, donde practico durante horas y horas.
Eso es adrenalina, también.
Las cosas que te gustan, las que te emocionan, las que te mantienen el vela durante toda la noche. El chico que te gusta. Pensar en ti. Salir a bailar al escenario. Ser feliz. Todo eso es adrenalina. La felicidad, y ese sentimiento en sí, cada instante como si fuese el último.
Fotos: Ballet de Moscú
De acuerdo, lo reconozco, me encantan las montañas rusas y la velocidad, pero y ¿qué hay de las pequeñas cosas, las que nos gusta hacer, las que nos hacen sentir plenos y felices? El ballet. Los momentos previos antes de salir al escenario, me siento excitada, emocionada, intranquila. Mis compañeras y yo parloteamos sin parar sobre cosas sin importancia (es increíble cómo me pongo a hablar cuando estoy nerviosa). Después llega el momento más importante de todos: cuando se encienden las luces, empieza nuestra pieza de música, y sé que debo salir, quiera o no.
Primero me siento asustada. Ejecuto todos los pasos que me corresponden sin mirar al público, observando el infinito. Mi corazón late más fuerte que nunca. Puedo sentir las gotas de sudor que se deslizan por mi espalda.
Aunque, seamos sinceros: ese estado sólo dura unos dos minutos. Luego me relajo y bailo con fluidez, mis pies danzan sobre las nubes, el teatro se convierte en el salón de mi casa o en el suelo de mi academia de ballet, donde practico durante horas y horas.
Eso es adrenalina, también.
Las cosas que te gustan, las que te emocionan, las que te mantienen el vela durante toda la noche. El chico que te gusta. Pensar en ti. Salir a bailar al escenario. Ser feliz. Todo eso es adrenalina. La felicidad, y ese sentimiento en sí, cada instante como si fuese el último.
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